2022 Intermediate General Chapter
/2022 Intermediate General Chapter of the Order of Saint Augustine
We Augustinians commit ourselves to work for a world of justice that seeks peace for all. We follow our Lord Jesus Christ, the Prince of Peace and realize the need for conversion in ourselves and the world to build the society that by His grace we are capable of achieving. We are committed to overcoming the crisis in our civilization, in our environment and in our spiritual core.
We Augustinians commit ourselves to the fulness of human life. We stand against initiatives for abortion, euthanasia and artificial means of thwarting life. We affirm those who promote ethical Christian principles for life. We thank all the organisations and groups who are working to promote a culture of life and solidarity.
We Augustinians commit ourselves to work towards a greater equality in the distribution of goods and services. We stand against the systems that entitle rich countries to obtain necessities ahead of the poorer nations. We express our support and appreciation to all organisations that have attempted to ensure a more equitable distribution and affirm those who have led the medical responses through the pandemic. We affirm all those who are bearers of God’s truth.
We acknowledge the issues that arose in the unjust distribution of the vaccines during the pandemic between rich and poor countries. We invite all members of our Order to promote in society at large a critical reflection, on the call of the gospel for solidarity among rich and poor and solicit changes required to distribution systems.
"What a good thing it is to love peace" (Sermo 357,2), and, in fact, there is in the human being a natural desire for peace, since "humanity feels somehow impelled by the laws of our nature to form society with others and to live in peace with all in what is in their power” (De civ. Dei XIX, 12, 2).
We stand against all forms of violence and unprovoked aggression. We express our solidarity with all victims of war and those who are refugees from oppression. We affirm the dignity of all victims, especially women, children and those who are trafficked or persecuted because of their faith. We offer support for those who seek freedom from oppression. We express our appreciation for our members already involved in refugee relief and invite others to participate in such ministry. We call on our brothers and sisters to promote a culture of peace.
We condemn publicly the war in the Ukraine initiated by Russia as an affront to human rights. The challenges in Ukraine include the threat of nuclear destruction. We Augustinians condemn any use of nuclear weapons and call for an end to this struggle and to other wars, to seek ways to avoid the abuse of nuclear warfare, and to restore the economic rights to access necessities across the planet. We must lead our people in prayers for victims and for the conversion of leaders who promote violence and aggression.
We Augustinians recommit to the principles of Laudato Si’ as we acknowledge the effects of climate change on our planet. We stand against maintaining economic structures for gain, in resistance to the needs of those who are suffering from traumatic climate events. We affirm the Holy Father in his call for us to educate and act in leadership as stewards of the earth. We invite all communities to create their plans to make concrete changes in our individual, communal and ecclesial treatment of the environment.
We live in a world that has been increasingly secularised where God has been ignored. Our faith in Jesus, the way the truth and the life is our strength in order to build a better world without discrimination and free from manipulation of social media. As such we acknowledge our human frailties, and yet the mission of Christ Jesus calls us, through openness to conversion, to move beyond our weaknesses, so as to be his witnesses to the world. Inspired by the Holy Spirit we who are graced by our God, seek to be the Lord’s messengers, in union with all people of goodwill. #18 Acts of the Chapter – Public Release
Los agustinos nos comprometemos a trabajar por un mundo de justicia que busque la paz para todos. Seguimos a nuestro Señor Jesucristo, Príncipe de la Paz y nos damos cuenta de la necesidad de conversión en nosotros mismos y en el mundo para construir la sociedad que por su gracia somos capaces de realizar. Estamos comprometidos a superar la crisis de nuestra civilización, de nuestro entorno y de nuestro núcleo espiritual.
Los agustinos nos comprometemos con la plenitud de la vida humana. Nos oponemos a las iniciativas a favor del aborto, la eutanasia y los medios artificiales para frustrar la vida. Afirmamos a quienes promueven principios cristianos éticos para la vida. Agradecemos a todas las organizaciones y colectivos que están trabajando para promover una cultura de vida y solidaridad.
Los agustinos nos comprometemos a trabajar por una mayor igualdad en la distribución de bienes y servicios. Nos oponemos a los sistemas que dan derecho a los países ricos a obtener las necesidades antes que las naciones más pobres. Expresamos nuestro apoyo y agradecimiento a todas las organizaciones que han intentado garantizar una distribución más equitativa y afirmamos a quienes han liderado las respuestas médicas durante la pandemia. Afirmamos a todos aquellos que son portadores de la verdad de Dios.
Reconocemos los problemas que surgieron en la distribución injusta de las vacunas durante la pandemia entre países ricos y pobres. Invitamos a todos los miembros de nuestra Orden a promover en la sociedad en general una reflexión crítica sobre el llamado del evangelio a la solidaridad entre ricos y pobres y solicitar los cambios necesarios en los sistemas de distribución.
"Qué bueno es amar la paz" (Sermo 357,2), y, de hecho, hay en el ser humano un deseo natural de paz, ya que "la humanidad se siente de algún modo impulsada por las leyes de nuestra naturaleza a formar sociedad con los demás y vivir en paz con todos en lo que esté a su alcance» (De civ. Dei XIX, 12, 2).
Nos oponemos a todas las formas de violencia y agresión no provocada. Expresamos nuestra solidaridad con todas las víctimas de la guerra y los refugiados de la opresión. Afirmamos la dignidad de todas las víctimas, especialmente las mujeres, los niños y aquellos que son objeto de trata o persecución a causa de su fe. Ofrecemos apoyo para aquellos que buscan la libertad de la opresión. Expresamos nuestro aprecio por nuestros miembros que ya están involucrados en la ayuda a los refugiados e invitamos a otros a participar en dicho ministerio. Llamamos a nuestros hermanos y hermanas a promover una cultura de paz.
Condenamos públicamente la guerra en Ucrania iniciada por Rusia como una afrenta a los derechos humanos. Los desafíos en Ucrania incluyen la amenaza de destrucción nuclear. Los agustinos condenamos cualquier uso de armas nucleares y llamamos a poner fin a esta lucha y a otras guerras, buscar formas de evitar el abuso de la guerra nuclear y restaurar los derechos económicos para acceder a las necesidades en todo el planeta. Debemos guiar a nuestro pueblo en la oración por las víctimas y por la conversión de los líderes que promueven la violencia y la agresión.
Los agustinos volvemos a comprometernos con los principios de Laudato Si’ al reconocer los efectos del cambio climático en nuestro planeta. Nos oponemos al mantenimiento de estructuras económicas para obtener ganancias, en resistencia a las necesidades de quienes sufren eventos climáticos traumáticos. Afirmamos al Santo Padre en su llamado para que eduquemos y actuemos en liderazgo como administradores de la tierra. Invitamos a todas las comunidades a crear sus planes para hacer cambios concretos en nuestro trato individual, comunitario y eclesial del medio ambiente.
Vivimos en un mundo cada vez más secularizado donde se ha ignorado a Dios. Nuestra fe en Jesús, el camino, la verdad y la vida es nuestra fuerza para construir un mundo mejor sin discriminación y libre de manipulación de las redes sociales. Como tales, reconocemos nuestras fragilidades humanas y, sin embargo, la misión de Cristo Jesús nos llama, a través de la apertura a la conversión, a ir más allá de nuestras debilidades, para ser sus testigos ante el mundo. Inspirados por el Espíritu Santo, nosotros, agraciados por nuestro Dios, buscamos ser mensajeros del Señor, en unión con todas las personas de buena voluntad.
